Cuando el espíritu inquieto
mira a la luz del destino,
llega por fin el momento para
encontrar el camino.
Asombrando a mi persona
irrumpiste una mañana;
atravesando mi puerta
incrustándote en mi alma.
Iluminaste la noche
hiciste eternos los días,
busqué frenéticamente
aquello que me pedias.